Ayer, 29 de julio, San Miguel volvió a acoger a personajes ilustres en su segunda Noche de Verano, esta vez de las Bellas Artes, para mostrar sus vidas a través de sus creaciones.
Así, los visitantes pudieron ver la maestría de la escultura en las manos de Paco Palma y su hijo Paquito en su taller, de la pintura con las lecciones brillantes de José Moreno Carbonero, de la arquitectura con los sueños proyectados en papel que realizó Fernando Guerrero Strachan y el noble arte de modelar el alma de los demás a través de la entrega de Enrique Cubero (ceramista que dio toda una lección de humanidad que encumbró el símbolo de la Cruz Roja como voluntario).
Nuevas anfitrionas quisieron guiar a las doscientas personas que se dieron cita: Leonor Roldán Guevara (amante de los animales y la lectura), Catalina Solís de la Plata (gran coleccionista de obras de arte), Catalina ‘La del Marqués’ (mujer de Arriate de gran entereza) y Victoria Aranda (noble señora de buenas costumbres). De su mano pasearon para descubrir una forma viva de conocer el camposanto.
Gran protagonista esa noche fue la música, pues el mismo Eduardo Ocón recibió a los asistentes. Les regaló una sinfonía en palabras de lo que fue su vida y los deleitó con su Requiem interpretado a piano y acompañado con una danza a dúo magistral que ‘lloraba’ por la muerte del ser humano en cualquier tipo de guerra, pues donde ella está deja destrucción y dolor a su paso.
Cuentan los asistentes que oyeron la música de un alma que estuvo vagando por todo el cementerio. ¿Quiso rendir homenaje al maestro compositor?
Y nueva lección dada por el gánster Alvin Karpis, quien irrumpió con sus dos chicas, Nancy y Paty. Los errores son lecciones de vida, y cuando se reconocen y hay arrepentimiento, aparece el ángel de la vida eterna para guiarnos con su luz y su paz.
Os dejamos un buen muestrario de imágenes de lo vivido en esa jornada.